viernes, 25 de mayo de 2007

1.978 - Revista Cycle Buyers Guide (EEUU)



Moto Guzzi 850 Le Mans

Flashbike: (def.) Una escasa, cara, europea, rara, hermosa motocicleta de altas prestaciones; también con cierta excentricidad técnica o estilística.

La Moto Guzzi 850 es una de de las más extremadas "flashbikes": roja, con una pequeña cúpula, tubos de escape en negro mate, reposapiés retrasados, una sección de asiento única que monta sobre la parte trasera del depósito, semi-manillares, precio elevado, llantas de fundición en una pieza, carburadores grandes, tres frenos de disco y una gran cilindrada.

Lo que hace a la Guzzi única entre las "flashbikes" en general y las Italianas en particular es su flexibilidad, su confort, su falta de temperamento, el numero de concesionarios que pueden suministrar recambios o dar servicio, su naturaleza amistosa y su sencillo motor V-twin con distribución por varillas empujadoras. También la moto ofrece todos sino la mayoría de los toques de civilización que esperamos de las motocicletas modernas: arranque eléctrico, intermitentes, tapas laterales desmontables, etc…

De todas formas, existen diversos puntos que nos revelarán que es una italiana, y que es una “flashbike”. Un ejemplo perfecto: tal y como se vende (y como se nos entregó la unidad de pruebas) no lleva filtros de aire.

Los interruptores del manillar, por supuesto, están en idioma italiano- lo cual no es tan terrible. También, la mayoría de los pilotos encontrarán el asiento resbaladizo, y la pata de cabra está alojada bajo la parte delantera del motor, lejos del centro de gravedad de la moto, tiene un apoyo pequeño, es difícil de extender y no soporta el peso de la moto de forma adecuada.

En realidad, la Guzzi es la única moto que equipa cardán que tiene un excepcional comportamiento en condiciones de conducción agresiva. Está al nivel de las cinco motos deportivas con mejor manejabilidad del mundo, con cadena o eje cardánico, y las razones son numerosas.
El chasis está hecho con tubo de gran diámetro y espesor, que puede pesar más que un chasis Japonés de su estilo, pero que resulta mucho más resistente a la flexión. También la estrechez del cárter (10 pulgadas) permite una posición muy baja del motor, lo que a su vez repercute un bajo centro de gravedad (aunque un centro de gravedad bajo no implica necesariamente una buena manejabilidad, en este caso sí lo hace). La suspensión no tiene el recorrido ni la suavidad de las BMW, pero la Le Mans tampoco no hace topes ni rebota. La Guzzi reacciona a las solicitaciones del puño de gas en curva tan bien como una moto con transmisión por cadena.

La 850 Le Mans equipa el mismo sistema de frenada que experimentamos cuando probamos la V-1000 Convert en 1.976. La maneta de freno delantero controla la pinza delantera derecha; el pedal de freno trasero controla las pinzas trasera y delantera izquierda. La presión ejercida sobre el pedal se transmite a una válvula de reparto colocada en el chasis, justo delante del amortiguador izquierdo. Esta válvula transmite un 30% de la presión a la pinza delantera y un 70% a la trasera. En general, cuanto más hemos rodado con este sistema de frenada de Guzzi, más nos ha gustado.

El motor Le Mans es franco y maravilloso: sencillo, simple y eficiente con sus cojinetes planos de biela, varillas empujadoras y balancines que empujan, golpean y se balancean de esa vieja forma tan familiar. El embrague de tipo automovilístico Guzzi embraga y desembraga sin problemas ante cualquier circunstancia o condición, y se acciona con ese tacto de seda típico de las máquinas italianas.

La Guzzi no presenta problemas dignos de mención en autopista o carreteras rápidas, siempre que nos acostumbremos a su posición de conducción tradicional.

Las carreteras reviradas son aquellas para las cuales se diseñó la Le Mans, y en ellas es donde brilla de forma excepcional. La geometría y distancia entre ejes de la Guzzi son tales que la moto tiene una respuesta excelente y transmite una gran sensación de solidez.

La transmisión está muy bien coordinada, libre de los latigazos que hacen que muchas motocicletas japonesas sean difíciles de conducir de forma suave en carretera. El accionamiento del cambio es lento pero seguro – el cambio de segunda a tercera era el único que presentaba algún fallo.

Un seguidor incondicional de las “flashbikes” probará la 850 y proclamará que es una moto para todos los públicos, no tan radical; un entusiasta más razonable conducirá la misma moto y concluirá que al menos uno de los fabricantes de deportivas italianas finalmente está captando el mensaje.

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